miércoles, 11 de febrero de 2015

Sopa de tomate, pero no enlatada


Para días grises y oscuros como el de hoy, que mejor que un plato calentito y como por suerte ninguno de mi casa nos parecemos a Mafalda (ya sabéis el odio que esta tenía a las sopas), he preparado una rica sopa de tomate.


Y es que las sopas son muy reconfortantes, además de ser uno de los primeros alimentos cocinados que se conoce.


Nuestros antepasados del Neoeolítico (hace 11000-8000 años) al meter algún hueso en agua en sus primeras vasijas de barro sobre una fogata, descubrieron que el sabor era rico. Se acababa de descubrir la sopa.
Descubrimiento que cambió la historia de la humanidad ya que empezaron a comer alimentos que no les obligaba una masticación forzada de estos, sus mandíbulas ya no eran tan necesarias como antes y esto permitió que la capacidad craneal se desarrollara más. Además su dentadura se desgastaba menos y los niños podían comer antes alimentos que no fuera la leche de la madre, lo que llevo a un mayor bienestar social e individual.



La palabra sopa deriva del latín "suppa", pan remojado en caldo y es que los antiguos romanos eran grandes consumidores de sopa.
El emperador Nerón tomaba todos los días un caldo con puerros calientes con el fín de proteger las cuerdas vocales y el más famoso gastrónomo de la Antigua Roma,  Apicio, elaboraba refinadas y suculentas sopas con lentejas, garbanzos o guisantes, muy especiadas y condimentadas con aceite y garum. Sin embargo los humildes romanos del Palatino tomaban sopas de farro (cebada mojada a medio moler).



Lo cierto es que a lo largo de la historia, la sopa ha salvado a muchas personas del hambre, a veces solo hechas de pan y agua, otras con cereales y las menos con carnes.









En la Edad Media triunfaron rotundamente, pero es a partir del siglo XVI cuando aparecen muchas de las sopas que hoy conocemos, humildes para el pueblo pero lujosas para los reyes y la aristocracia.
Los cocineros de Catalina de Medicis italianizaron las sopas francesas al aportar hierbas aromáticas como el orégano, albahaca, tomillo...haciendo de estas una delicia para el paladar de la Corte.



Margarita de Valois


Es famosa "el potaje de la reina" que tanto gustaba a Margarita de Valois, primera esposa de Enrique IV, que estaba hecho con caldo de gallina, carne de esta deshilachada, crestas de pollos y pistachos o granos de granada.
En España triunfaba "la olla podrida" que Ana de Austria llevó al país galo al casarse con Luis XIV, convirtiéndose en un plato esencial durante muchos siglos de la cocina francesa.



María Antonieta, esposa de Luis XVI, y conocida como "Señora Deficit" por gastar todo el dinero del erario público mientras que el pueblo se moría de hambre, era una apasionada de la sopa de col. Hay una leyenda que dice que una noche mientras estaba en el teatro viendo "La vie de Théâtre", María Antonieta olió algo que estaban comiendo los actores y quiso probarlo, tanto le gustó esta sopa de col, que solicitó que siempre que fuera al teatro se le sirviera un plato de ella.



Tras la revolución francesa, las sopas se socializaron, ya el pueblo no solo comía sopas de pan, también las hacia con pasta y verduras.


En cuanto a la sopa de tomate no se muy bien cual es su origen. Aunque a simple vista yo pensaba que era un plato mediterráneo, más que nada por el cultivo del tomate, he descubierto que donde más se come es en Inglaterra. No hay nada más típico para un londinense que tomar un plato de sopa de tomate acompañado de un sandwich de queso a la plancha.




Si habéis leído los libros de "Los Cinco", sabréis que los cuatro jóvenes tomaban muchas veces la sopa de tomate que preparaba tía Fanny .
Y Agatha Christie también en muchos de sus libros habla de esta sopa inglesa y de muchos otro platos británicos como el sandwich de peino, el pastel de riñones, las mermeladas, el pudding y el té de las 5.




Pero también hay sopas griegas de tomates, que llevan yogur para hacerlas más cremosas. O italianas que añaden pan para hacerlas más espesas.



Lo que si es cierto es que la sopa de tomate fue la primera sopa que fue enlatada.
En 1897 a Joseph Campbell, comerciante de frutas y verduras, y Adam Andersom, fabricante de neveras, se les ocurrió la idea de comercializar sopa de tomate enlatada, la cual llegó a ser un icono del siglo XX al ser pintada por Andy Warhol.
Sopa que hoy en día se sigue vendiendo y de forma exagerada, unas 100 latas por segundo.
Anuncio pata televisión de la sopa Campbell´s de tomate



Yo no he probado nunca esta sopa enlatada, pero sí la casera y os aseguro que esta rica, rica.



Ingredientes:

.Media cebolla
.1 diente de ajo
.Aceite
.1 bote de tomate concentrado (yo lo compro en Mercadona),
.1 litro de caldo de pollo o carne
.2 puñados de fideos
.Orégano
.Huevos

Preparación:

-Pica la cebolla y el ajo y póchalo en aceite de oliva a fuego lento.
-Añade el tomate concentrado (también puedes sustituirlo por 2 o 3 tomates pelados y cortados) y el caldo.
-Cuando el caldo este casi en ebullición, añade los fideos y dejar cocer unos minutos.
-Añade un huevo por comensal y deja que se cuajen.
-Espolvorea un poco de orégano y a servir.


Si te gusta más cremosa puedes añadir un yogur griego, en mi casa a mí me gusta más así.


Pero al resto de mi familia la prefieren sin él., así que yo se lo añado a mi plato y todos contentos.



Es  ligera, fragante, aromática y fresca por lo que es ideal tanto para días de invierno como de verano.


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