miércoles, 8 de abril de 2015

Torrijas con azúcar y canela


Seguro que habréis comido más de una esta pasada semana y es que como negarse a probar este dulce tan típico de Semana Santa, con ese aroma a azúcar y canela que queda en toda la casa cada vez que las cocinas, que parece que te dice cómeme, cómeme.
Yo me he puesto morada, he comido tanto de las que hice en mi casa, como de las que hizo mi madre en el pueblo, reconozco que son una bomba calórica, pero como resistirse ante tal manjar.



Si nos remontamos a sus orígenes, tenemos que volver a hablar de los romanos, ya el gastrónomo del siglo I, Marco Agivio Aparicio en su libro De Re Coquinaria habla de un pan mojado en leche y frito, pero es a partir del siglo XV cuando las torrijas adquieren un papel importante en la vida española.

Las torrijas eran cocinadas como un alimento indicado para ayudar a la recuperación de las parturientas después de dar a luz, se les daban estas junto a una copa de vino dulce, hay referencias escritas de ello por un libro de Juan del Encina "miel y muchos huevos para hacer torrejas".


¿Pero cuando empezó a relacionarse a este dulce con la Cuaresma y la Semana Santa? No se sabe muy bien, pero se cree que se debe a que como en época de Cuaresma como no se podía consumir carne, también se consumía menos pan para acompañar a la carne y como las familias seguían realizando la misma cantidad de pan, la forma que tenían de gastar ese pan sobrante era mojarlo en leche y huevo y freírlo en manteca, es decir en torrijas, por ser estas un alimento de gran capacidad para saciar el hambre y aportar energía en esos días de Semana Santa donde faltaban nutrientes.



En Madrid hay una gran tradición en cuanto al consumo de torrijas, eran muy apreciadas por los bebedores en las tabernas, y solían prepararse mojadas en vino, después en huevo y una vez fritas espolvoreadas con azúcar.  Esta costumbre comenzó en la taberna "Antonio Sánchez" en la calle Mesón de Paredes, donde Dolores Ugarte, la madre del dueño, decidió hacerlas como acompañamiento de los chatos de vino para los parroquianos.





Allí iban a comer y beber entre otros, el rey Alfonso XIII, diversos toreros y el Madriles, conductor del último simón, un tipo de carruajes ligero tirado por caballos muy común en el Madrid de finales del XIX y principios del XX, no había noche en la que el conductor faltara en la taberna y si se despistaba era su caballo "Chotis" el que le llevaba allí.
Era tan habitual verle que un día un parroquiano decidió invitarlo diciendo "al cochero lo que quiera y al caballo una torrija". Frase que se hizo tan popular que se convirtió en una de las frases más castizas utilizadas cada vez que algún madrileño invitaba a otro.







El éxito de dicho dulce fue tal que Antonio Sánchez acabó vendiéndolas por docenas y su venta empezó a darse también en otras tabernas, según cuenta Díaz Cañabete en su "Historia de una taberna" hasta dos mil diarias se llegaron a vender diariamente en los años 30.




Pero las torrijas no son solo típicas de Madrid y de España, también son consumidas en Francia como "Pain doré" y son hechas al horno, en Inglaterra como "Poor knights of Windsord o Posh eggy bread" que llevan también jerez y son decoradas con mermelada y en Estados Unidos las "French toast".

Y es que una torrija casera es una de esas cosas que te llevara a tu infancia, por lo menos a mí me pasa, recuerdo como me gustaba darles yo el toque final mojándolas en azúcar y canela una vez ya fritas, y es que en esa época es en lo que me dejaba mi madre ayudar.



Ingredientes:

.750 gr. de pan de torrijas
.100 gr. de azúcar
.2 palos de canela
.1 cáscara de limón
.1 cucharadita de canela en polvo
.1 litro de leche
.4 huevos
.Aceite para freír
.Azúcar y canela para espolvorear

Preparación:

-Corta el pan en rebanadas de 2 centímetros.
-Pon la leche a calentar y aromatízala con la cáscara de limón, azúcar, palos de canela y canela en polvo.


-Cuando empiece a hervir retírala del fuego y deja que temple para que no se deshaga el pan al mojarlo.


-Remoja en la leche el pan.


-Pon en un plato para que escurra el exceso de leche.


-Pasa el pan por el huevo batido.


-Y fríe en aceite bien caliente, hasta que se doren por ambos lados.



-Mezcla azúcar y canela en polvo y reboza en ella las torrijas ya fritas.


Menudo invento culinario más magnífico y aromático que tantas sensaciones pueden llegar a despertarnos, además de estar super jugosas.


Eso sí algún kilito de más también puedes coger si te inflas a comerlas, como ha sido mi caso este año.



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